"Mientras Rodrigo Ávila ha empezado a retratarse al lado de viejas figuras políticas y grandes empresarios, a Mauricio Funes se le ve muy solo, sin respaldo partidario y sin la foto de sus amigos al lado", escribe en la pasada edición de El Faro Giovanni Berti, uno de los columnistas habituales de ese periódico digital.
Esa percepción de la soledad del candidato del FMLN ha comenzado a generalizarse y trasluce la admisión de lo obvio: la campaña de Mauricio Funes ha entrado en un periodo sumamente crítico, al haberse pinchado la burbuja de su triunfalismo como consecuencia de los resultados electorales del pasado 18 de enero.Significativamente, la columna de Berti se titula "Un llamado a los amigos", y de algún modo resulta sintomático que el autor, habiendo señalado una doble ausencia, la del partido y la de los Amigos de Funes, solo se refiera a los segundos en su llamado a la superación del impase:
"Es importante que (los Amigos de Mauricio) reconozcan que ese apoyo y esa participación no deben seguirse dando desde la sombra, que requiere valentía para ponerse al frente y ante el público, y que no puede continuar operando tras bambalinas. Políticamente hablando,
Mauricio atraviesa hoy el peor momento de su campaña, y hay que recordar que es precisamente en los peores momentos cuando uno más necesita de los amigos".Pero lo que para Berti, y para quienes comparte su perspectiva, es la solución (un mayor y más decidido protagonismo de los Amigos de Mauricio Funes en la campaña), para otros sectores de la izquierda es justamente el problema. Esto es así porque, como hemos venido sosteniendo en Centroamérica 21,
los resultados del 18 de enero, que por un lado cohesionaron a la derecha y generaron el reimpulso de la campaña de ARENA, también sacaron del closet coyuntural al sector más radical del FMLN, el cual ha comenzado a exigir abiertamente el retorno del partido a su filiación marxista-leninista y al socialismo del siglo XXI.La coexistencia de dos o más corrientes de pensamiento dentro de una misma agrupación política no solo no es un problema sino que, por el contrario, y tal como sucedió con el FMLN de los años ochentas, es muestra de un saludable pluralismo. Pero, como famosamente ha declarado el hombre fuerte de la cúpula farabundista, Jose Luis Merino: "el FMLN no es pluralista y no debe serlo".
Esta última postura, que como hemos demostrado con citas textuales en nuestras últimas ediciones, no constituye en absoluto una "declaración a título personal",
como gusta decir Mauricio Funes cuando Nidia Díaz o Salvador Arias proclaman la adhesión del FMLN al proyecto continental del coronel Hugo Chávez, sino que está sustentada en los estatutos y en los documentos políticos-ideológicos del partido.
Y si el FMLN explícitamente no es pluralista, ¿qué papel es el que juegan los amigos moderados de Mauricio Funes, incluyendo a los recientes asociados de Cambio Democrático y al mismo candidato que, antes de darle la mano a Hugo Chávez, prefiere fotografiarse junto a Zapatero, Lula y Bachelet?